viernes, 2 de noviembre de 2007

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo


Entramos en este momento a la profundidad del misterio, precisamente porque ya no es a partir de las concepciones externas de lo que puede ser, el sentido racional de lo que se busca en el trasfondo de un misterio, a cual me pregunto ¿se hace vida, se encarna? O de otro modo, esto me permite a mi introducirme en el mensaje que me puedan transmitir el hecho de concebir la imagen del misterio reflejado en las personas, o mas bien, en la persona de la santísima trinidad siempre en clave de comunicación; pero una comunicación dinámica. No entendida de otra forma.

Por ello creo yo, que no esta mal el haberme inspirado en este título, el cual dará la estructura que identificará mi reflexión, ya que este será el que me permita pensar, de una forma más directa y conciente sobre el misterio trinitario. Es verdad que a lo largo de todo este rollo en el cual el mismo Boff, de una manera “bien interesante”, en sus planteamientos referentes a la trinidad, ha querido involucrarnos; “y de que manera”, ya que creo percibir que no habría mejor manera de estudiarlo si no es encarnando todo este estudio y traduciéndolo a partir de nuestra propia existencia; ¡¡que otra forma podría ser!!.

Creo que el misterio trinitario no se puede tampoco entender si no es a partir de las relaciones con las tres divinas personas, ya que si es en cuanto a relación, esto no sería más que la traducción del hacer apertura de la conciencia de su propio ser y de el salir así, hacia lo que lo rodea, es decir, salir de sí, para formar así comunidad.

Entonces, no se puede en sí dejar a un lado el significado existencial, quiero decir, la vida misma que es la que compone el ente especial que conduce a esa verdadera comunión; por que es desde Dios precisamente, en donde podemos pensar y construir el reino. Pero me atrevo a decir que no es un reino el cual sea inalcanzable para el ser humano y toda su esperanza, sino que me refiero, con el temor a equivocarme, a que es un reino construido por parte de Dios, pero a través de la propia historia, de la promoción de la justicia y la paz; y estos términos no son de carácter exorbitante, como para que nos sintamos confundidos frente a lo que podemos hacer con estas herramientas, claves en el desarrollo de la propia existencia del hombre; por que ellas son precisamente las que nos conducen a esa propia auto realización eterna, como la autorrealización del padre que seguramente, disfruta de la felicidad de encarnarla en nosotros sus hijos. “Esto expresándolo cristianamente”; pero si lo queremos expresar de manera más técnica, al vivir absoluto; es decir, en la participación, en el desdoblamiento hacia el otro en conjugación articulada, permanente y reciproca; esto entendido desde la trinidad, solamente lo podemos traducir en relación con el hoy de nuestra existencia, es decir, la sociedad, la iglesia, la persona en sí. Así de esta manera creo, es como se da la apertura a esa comunión, la cual es percibida en la revelación histórica. De esta manera creo que damos un paso hacia la profundidad del misterio en el cual nos hemos querido introducir, y precisamente, sin perder el mensaje que a través de las generaciones y generaciones nos ha trasmitido el dato histórico; o lo que se entendía en un principio como la (perijoresis), pero que, a la luz de nuestros días, de nuestro hoy, es traducido precisamente en ese morar el uno en el otro, en relación viva y eterna, en esa reciprocidad activa de cada persona, para, por, con y en la otra persona.

Pienso que de esta forma básica, se ha basado Boff en sus planeamientos, todo para entender el misterio desde la perspectiva trinitaria el cual hace transparente el trascendente el cual esta impregnado en sí, por el inmanente; pensando siempre en que lo que se pretende es precisamente una convivencia más humana y fraternal, que devuelva la comunión en su totalidad y en clave de construcción en la dinámica de comunicación reciprocidad. Por ello, quiero darle a este primer aparte la connotación fundamental y es precisamente, que esa revelación del misterio, reitero, se da a partir de una experiencia propia y personal; ahora, visto desde la perspectiva infinita e inmanente, en clave trinitaria, Dios se revela entonces, tal y como es en sí mismo, es decir, como Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Sin perder la perspectiva histórica, la cual viene presentando Boff a lo largo de sus capítulos y del mismo modo el hilo conductor que nos ha abrumado en la experiencia significativa del mensaje trasformador de cara a la trinidad, podemos entender que la fe cristiana no tiene ninguna imagen de Dios Padre; que el Hijo se apareció en forma humana en la figura de Jesús de Nazaret; en definitiva que estamos entendiendo que en el trasfondo de esta experiencia significativa encontramos que persiste una plena revelación y esta se da en cristo o más bien, desde Cristo, pero que no podemos desconectar la importancia de esa comunión ente el padre y el hijo; y por Jesús mismo descubrimos en sí, al Padre al Hijo y al Espíritu Santo. Por ello es claro que si henos querido entender el reino de Dios, es claro que desde lo mencionado anteriormente, a lo que se quiere apuntar es a que se entienda en sí, un reino de Dios el cual comienza a realizarse en la historia y en medio de los hombres; entonces, desde esta perspectiva podemos entender que entra en juego y a ocupar un papel importante dentro de la realidad en cuanto al ser humano se refiere, es decir, al hombre, en todas sus dimensiones sociales y por tanto no puede dejarse pasar por alto que como tal la clave de lectura y acción transformadora aplicada desde el mismo hombre, es precisamente claro que el padre entonces, es prototipo de la misericordia, y como tal muestra una visión de conjunto entendida desde el sufrimiento y el efecto liberador que habita en los oprimidos, por tanto si en cuanto hombre se trata, hay de trasfondo un sentido de opresión; ya que esta en el mundo y a pesar de la historia, esta envuelto en el misterio del sufrimiento y del padecimiento, de todos modos en el mundo se insertó también Jesús y en cierta forma también fue víctima y padeció la opresión, con la dicha diría yo, que enseñó la clave de transformación y liberación. “Jesús invoca a Dios como padre en el interior de una acción de liberación” el padre crea por el hijo en la fuerza del espíritu santo; aquí ya nos da a entender claramente que el cuento de la creación no es independiente de lo que hemos venido trabajando a lo largo de esta sencilla reflexión. Es una visión trinitaria de la creación, en donde somos como los tres coeternos, somos consustanciales, es decir, en que si vamos a comprenderlo desde la perspectiva de la creación, entonces, comprendemos que todo en sí, fue creado en el hijo, por el hijo, con el hijo, con el hijo y para el hijo, y así, si el padre engendra al hijo desde la eternidad, precisamente, eternamente todo fue creado en el hijo por el Espíritu Santo.

Y en cuanto a creación se refiere, pues precisamente la naturaleza dentro del conjunto de la creación, se lee desde la vida; ella es vida y como tal, entra como creada para dar todo el conjunto de significación y liberación por que es la creación misma la misión del padre y se realiza por la trinidad y por ello esa misma trinidad a la que nos estamos refiriendo, nos debe permitir hacer conciencia de aceptar que es en la creación misma, donde debemos en tender la trinidad. Una trinidad que nos hace amar a las personas como hijos e hijas suyas y que nos invita a la comunión y a la fraternidad universal. Así mismo, si partimos directamente de la fe trinitaria en Dios, como Padre, Hijo y espíritu, como realidades plenamente originales, entonces la unidad surgirá en sí, como expresión de la eterna comunión e interpenetración esencial de vida y de amor entre los divinos tres. En este punto precisamente no quiero dejar pasar por alto una afirmación acuñada por parte de M.Pohier, en su libro “En el nombre del padre”; y no es que haya sacado el titulo de mi reflexión a partir de su libro. No. Es coincidencial. Pero bueno vamos pues a su apunte: “Dios se presenta como padre cuando en la fe, nos sentimos hermanos y hermanas del hermano Jesús, hijo unigénito. Así como también, nos dice Boff, es Padre en el proceso de liberación de los oprimidos. De este modo encontramos pues, que en el fondo lo que se quiere rescatar a partir de los planteamientos expuestos a lo largo de estos últimos capítulos, es precisamente el rescate de la totalidad de lo humano en sí. Todo esto para que haya la comprensión de ese misterio que nos abruma y nos invita a penetrar en su laberinto, es el misterio de Dios; pero hay que tener en cuenta que aquí no para la cosa. Es claro que a pesar de todo este trasfondo histórico de lo que se comprende como trinidad y desde la perspectiva del hijo, representado en Jesús, notamos que aún no nos ha mostrado todo el misterio de Dios y que mejor aún, es la palabra la que nos hace comunicación de la vida y del ser del Padre; y que todo el misterio de la encarnación esta traducida en Cristo mismo, con él y en él, pero en clave de resurrección. Que esta doxología sea siempre entendida y traducida en la liberación de los oprimidos.

Muchas gracias!!!
John Carlos…